Sufriríamos el implacable ataque de las pulgas que irían minando nuestro organismo, pero no nuestra dignidad, pues no pudiendo ofrecer resistencia, la pasividad no sería síntoma de debilidad sino de impotencia.
No es el caso de esta España del presente que se deja atacar y vilipendiar por quienes, tanto individuos como colectivos, tienen sin embargo muy pocos o ningún problema en patearle el culo a ella y a los españoles como, cuando y cuanto quieran.
Basta ojear cualquier día cualquier periódico o cualquier noticiario de televisión.
En lo colectivo: “El PNV plantea que suene el himno vasco y catalán en la copa”. ¡En la copa de España! “La Generalidad ha vuelto a destinar cuantiosas subvenciones a fomentar el uso de la lengua catalana en detrimento del castellano”. “Más de un millón de euros para la promoción del euskera”. “Gran pitada de los aficionados del Atletic y del Barcelona al himno nacional”… Garrapatas, esto es mío, del sistema financiero navegan en sus yates sobre aguas en las que España se hunde...
Individuos con cuello blanco o de color. Carlos Dívar no piensa renunciar a su cargo y, digo yo, que tampoco al solecito y hotelitos dignos de su alcurnia subvencionados por las arcas públicas; total, ni siquiera tiene que explicar con quién va a conferenciar en su desempeño “profesional”.
“El diputado de Solidaridad por la Independencia de Cataluña (SI), Alfons López Tena, que se caracteriza por su absentismo en el Parlamento catalán, cobra actualmente 93.199,14 euros”...
Individuos con cuellos menos notables cometen toda clase tropelías, desde el asesinato más atroz hasta el tirón de bolso más simple y chabacano, sabiendo que lo más que puede pasarles es que les condenen a dos o tres mil años de cárcel y no tengan que cumplir más allá de un par de lustros de condena, no siendo descartable que paguen su fechoría simplemente con el paso de diez o quince minutos por la comisaría, el tiempo necesario para firmar un papelucho. Siendo lo común en esta gente un dilatado historial delictivo que de inmediato le hace a uno exclamar preguntándose: ¡¿Y cómo es que estos carajos se pasean tranquilamente por la calle?! ¿Qué coño tendrán que hacer para que los metan de una jodida vez donde no puedan volver a salir para joder a los demás?
Aydios. Debe de haber mejores cosas que ser y sentirse español.
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