sábado, 17 de octubre de 2009

BUDA

El príncipe Siddhârta subió a su espléndida carroza dorada, tirada por cuatro hermosos caballos enjaezados de oro, dispuesto a hacer sus pinitos fuera del palacio. Pese a ceñirse estrictamente el cochero al itinerario fijado, no pudo evitar que el príncipe observara los devastadores efectos de la vejez, la enfermedad y la muerte.

Definitivamente marcado por tan horribles visiones, ni siquiera la disposición de hermosas jóvenes adiestradas en todas las artes con que se puede aderezar el amor y especialmente hábiles en los juegos amatorios, conseguía - ¡hay que joderse! - sustraerle de su aflicción.

Obsesionado por tan siniestra perspectiva dijo adiós a sus seres queridos dejando atrás sin pena todo cuanto poseía.

Después de varios años caminados llegó, por fin, ante el árbol de la ciencia. Atardecía cuando acomodó una brazada de hierba al pie del mencionado y tomó asiento sobre ella en la postura del loto dispuesto a echarle cabeza, hasta donde hiciera falta, a asuntos muy peliagudos.

Y ahí el hombre aguantó impávido todas las marramuncias - ¡ya es decir! -que se le ocurrieron al Maligno hasta obtener la respuesta que buscaba: En el origen de la vejez, el dolor y la muerte está la ignorancia. Cuando el día despertó el hombre era ya un buda.

El que suscribe subió a su humilde bicicleta dispuesto, una vez más, a ejecutar su hora diaria de pedaleo. Y en el instante preciso en que permitía que la gravedad me llevara de la acera a la carretera, entró en mi campo visual la parte trasera del bluyín de mi vecina - con mi vecina adentro.

Según me contaron los que presenciaron la escena, fue tal el coñazo, que no dudaron que el camión me había matado. De eso yo no sé nada. Pasé directamente de la bicicleta a la cama del hospital.

Dos meses de enyesada inmovilidad, con las piernas colgadas y el tronco posado en una cama, también dan lo suyo para meditar.

Dándole un repaso a la reflexión de Buda: "Suprimida la ignorancia se suprime la impresión. Suprimida la impresión se suprime el conocimiento. Suprimido el conocimiento se suprimen el nombre y la forma. Suprimidos el nombre y la forma se suprimen los seis sentidos. Suprimidos los seis sentidos se suprime el contacto. Suprimido el contacto se suprime la sensación. Suprimida la sensación se suprime el deseo. Suprimido el deseo se suprime el afecto. Suprimido el afecto se suprime la existencia. Suprimida la existencia se suprime el nacimiento. Suprimido el nacimiento se suprimen la vejez y la muerte"; vi lo que estaba claro por demás: En el momento en que desapareciéramos los ignorantes, desaparecidos los apetitos de la carne, desaparecería la humanidad. Y aun considerando que todos fuéramos a parar al nirvana, sin nada que desear, ¿de qué íbamos a gozar?

Tal conclusión me hizo sentir un respingo a todo lo largo de la escayola. Pero me tranquilicé de inmediato, ¡anda que no está difícil eso de eliminar la ignorancia! Pura utopía. Y como, por muy sabiondo que seas, de la vejez, el padecimiento y la muerte no te vas a librar, la cuestión está en conseguir que, al final, el platillo de los placeres pese más que el de los sinsabores. Llegado a este punto cambié el rumbo de mis elucubraciones dedicándome por completo a buscar una estrategia que me permitiera hurgar en el interior del bluyín de mi vecina.

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