LA MIRADA YA NO ES LA MISMA.
Comenzando por los ojos que miran. Ahora hay que complementarlos con un jinete sobre la nariz con extensiones a ambos lados que les permitan, a través de ellas, mediover. Cuestión ésta que, aun resultando en sí misma un fastidio, no es, ¡ni micho menos! la más ingrata, este “honor” se lo lleva el entorno que a mi campo visual se ofrece. Lo cual me lleva a reducir, en lo razonable, no en lo posible - esto me llevaría a permanecer con las persianas de mis ojos bajadas privándome de poder escoger el lugar adecuado para posar mis pies, con el consiguiente trastorno y permanente riesgo de porrazo -, la acción de mirar hacia fuera. Miro, entonces sí con los ojos cerrados, hacia adentro y me veo con una maleta en cada mano, una cargada de dolor y la otra de melancolía.
De manera que para evitar la repulsión que me causa el exterior y el sentimiento que muestra mi interior, busco el tiro con que matar estos dos pájaros y la alquimia que me mantenga entretenido poniéndole alas a mis pensamientos: el Blog.
Ya saben por qué he creado éste.
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